El potencial ficcional de los cuerpos, desde el distanciamiento a la totalidad androcéntrica, es el eje temático de este proyecto. Es en las posibilidades de la ficción y su materialización —ya sea a través de un proceso de escritura o de cualquier otro lenguaje de producción— que uno puede hacer posible realidades que antes no existían. Esa posibilidad se extiende a su vez, mediante la disputa de lo binario y lo eternamente estático, en la capacidad de transformación y performatividad tanto de los cuerpos como de todo aquello que nos rodea. La ficción se convierte, así, en la estrategia que cuestiona la distancia entre lo real y lo (im)posible.
Históricamente, las apropiaciones del concepto ‘naturaleza’ han servido como pretexto para instaurar modos de pensamiento y práctica política, hasta convertir dicho término en un muro de contención. Así, los cuerpos —humanos y no humanos— han sido anclados en un espacio predefinido y delimitado por construcciones sociales (binario, fragmentado…). Estrategias como la ficción han fomentado las multiplicidades de sentido y dejado espacio a la especulación fabulatoria y la invención de mitos como metodología para redefinir y enriquecer una concepción de lo real constreñida por lo social y lo aceptado como natural. Es en la ficción donde las posibilidades han sido infinitas, como enfatiza el “por ahora” (so far) que la zoóloga y filósofa feminista Donna Haraway define en su ensayo “SF: Science Fiction, Speculative Fabulation, String Figures, So Far”, y que acepta no solo lo que existe hoy sino todo lo que está por venir en el futuro. En su estrategia ficcional, la autora de ciencia-ficción Ursula K. Le Guin remarca el poder creador del lenguaje. Le Guin considera que la magia existe en la gran mayoría de las sociedades y que ésta se da, por ejemplo, por el mero hecho de poder dar nombre a las cosas: “Lo nombré ‘Terramar’ y ahí estaba. ¡Existía!”, dice la escritora que construyó nuevos y múltiples mundos que ensancharon las posibilidades de lo real. Nombrar, materializar, modificar, repensar, ficcionar, tensar o transformar abren la puerta a desafiar un modelo occidental, binario y estático de entendimiento de los cuerpos.
Cuerpo y ficción se mostró por primera vez en Dilalica, Barcelona. Para ello se invitó a las artistas Lucía C. Pino, Cabello/Carceller y Ariadna Guiteras. Con puntos de partida muy diversos —desde las posibilidades físicas de un material hasta el espiritualismo, pasando por aproximaciones más explícitamente queer—, las artistas crearon obras para la ocasión. Entre todas las piezas presentadas existe un diálogo que, más que ofrecer una respuesta a la pregunta qué es un cuerpo, proponer una reflexión sobre las posibilidades de retar los límites de lo ya preestablecido, ensancha los espacios de definición de los mismos; ya sea a través de la subversión de un material o del reconocimiento del cuerpo como entidad socialmente construida.
En la obra de Cabello/Carceller lo que desestabiliza lo binario y evoca la posibilidad de transición es la auto(re)presentación —no exenta de teatralidad— en la acción de bajar la escalera. Por su parte, Lucía C. Pino consigue enfatizar lo (im)propio de un material mediante un trabajo físico, manual y de repetición, a veces fallida, de gestos y movimientos. Mientras que Ariadna Guiteras subvierte los imaginarios que han definido el cuerpo en Occidente e invoca la historia del cuerpo femenino de las médiums y su capacidad porosa para corporeizar otros seres masculinos o femeninos. Finalmente, mediante el uso de un material cerámico que en sí representa esa porosidad, los botijos de Guiteras sudan esencias que tradicionalmente se han utilizado para regular los procesos corporales de las mujeres. Curiosamente los tres títulos escogidos por las artistas —Full Fantom Five, Incorporo a Revolta y Every Exit is an Entrance— son homenajes que remiten a otras obras o autoras: William Shakespeare, Sylvia Plath, Hélio Oiticica y Anne Carson; de alguna manera un acto de reconocimiento a cada una de las referencias que rompe con la idea de originalidad y pureza favoreciendo la posibilidad de influencia o contaminación en la manera de hacer y pensar.