El local en sí, física, conceptual y metafóricamente, es el eje de la exposición inaugural del espacio de Dilalica, convirtiéndose en el anfitrión y también en el sujeto de las obras llevadas a cabo por seis artistas locales.
Los artistas han entrado, visto, tocado o intervenido el local antes, durante y después de la reforma. Han tenido acceso al material que existía cuando se alquiló, al proyecto de obra, así como otra información relativa al mismo para crear una propuesta específica para esta exposición. La conversación, a pesar de partir de la especificidad de un espacio en concreto, se convierte en una reflexión más amplia sobre la importancia del contexto, el espacio arquitectónico, el cuerpo dentro del espacio, el material existente, la estructura y los sistemas que estructuran, las funciones asignadas, la memoria, lo que se destruye, lo que nace y lo que se transforma.
En el trasfondo de todo este gesto expositivo reside la pregunta de qué significa ocupar un espacio, reformarlo y convertirlo en un cubo blanco para permitir que la falsa autonomía de la obra se manifieste desde lo que asumimos como neutro. El espacio de Dilalica lo han reformado los arquitectos Maio, quienes han ejecutado lo mínimo requerido con gestos muy visibles que irán mutando en el tiempo, en función de las necesidades del espacio. La reforma en sí es prácticamente una obra, un gesto arquitectónico-artístico que desvela los requisitos técnicos y legales necesarios para la apertura de un local de pública concurrencia. El espacio en todo su esplendor se convierte así en escenario para esta primera propuesta expositiva, a la vez que inaugura una programación que irá definiendo sus consiguientes modificaciones.