Reconstrucción, reforma e ilegalización de un espacio
Texto de Moritz Küng
Exponer las columnas fue la aportación de Luz Broto a Espacio, la exposición colectiva que inauguró Dilalica, galería ubicada en la calle Trafalgar, muy cerca de Arco de Triunfo. El estudio de arquitectura MAIO convirtió un antiguo local comercial a partir de recursos modestos e intervenciones imaginativas. El proyecto de renovación se concibió con el objetivo de crear un espacio específico para acoger exposiciones poco convencionales —en palabras de MAIO: “no un sobre blanco genérico [como un cubo blanco], sino un espacio que retuviera los rastros y la memoria de su anterior encarnación, pero sin tratar a los elementos existentes con reverencia”. Más allá de eliminar un entresuelo de obra con su escalera correspondiente, de mejorar la ventilación y la iluminación (esta a partir de una lógica formal propia basada en un sistema suspendido de fluorescentes en diagonal), diseñar mobiliario y añadir una gran pared de espejos al fondo para ocultar espacios destinados al almacenaje y los servicios, la galería permaneció “inalterada” y las superficies de las paredes tal y como se encontraron.
Sin embargo, por motivos de índole legal y de acuerdo con la regulación de seguridad, las cinco columnas de hierro fundido requerían un tratamiento de protección contra incendios. Para cumplir con estos requisitos legales, los arquitectos propusieron tres soluciones: instalar un sistema de aspersión (considerado muy costoso), someterlas a un tratamiento de hormigón proyectado semejante al aplicado en el techo (demasiado agresivo e irreversible), o recubrirlas de pladur (la solución finalmente implementada). Se conservó el revestimiento desnudo original de color, de modo que todas las columnas mantuvieran dimensiones similares, si bien con cierta variedad en el ángulo de su disposición, una característica que los arquitectos concibieron para aumentar la singularidad del nuevo espacio y la identidad de marca de la galería.
En cuanto Luz Broto (Barcelona, 1982) conoció el proyecto de MAIO y supo que las columnas iban a ser encapsuladas para su protección, quiso trabajar alrededor de su descubrimiento. En un acto de “liberación” de las mismas, desarrolló un escenario de cuatro “intervenciones” que descubrirían parcialmente las columnas “enjauladas” hasta hacerlas reaparecer durante un período de tiempo (entre 24 horas y 30 días) según un contrato acordado entre la artista, la galería y la persona o institución compradora. Cada intervención generaría diez aberturas en las columnas gracias a la extracción de las placas de pladur (unas 20 por activación). Las aberturas se distribuyen, como especifica la artista en el contrato anexo, en distintas partes de las cinco columnas presentes en el espacio. Una vez la intervención hubiera terminado, los agujeros serían recubiertos con nuevas placas de pladur para volver a cumplir con las normas de seguridad contra incendios.
Tras la cuarta y última activación —cuando quiera que esta se lleve a cabo— todas las placas de pladur originales (casi 80 placas) habrán sido sustituidas por otras nuevas, las columnas habrán sido expuestas en su totalidad y la “ocupación” de la artista habrá llegado a su fin. Hasta la fecha, Exponer las columnas se ha llevado a cabo en una ocasión por un período de ocho días, durante septiembre de 2019, según lo estipulado por un acuerdo de compra con un coleccionista privado. Ahora, el Ayuntamiento de Barcelona ha adquirido la segunda intervención, y la obra puede verse de nuevo en Dilalica entre el 10 de febrero y el 5 de marzo de 2022. Es obvio que el proyecto Exponer las columnas de Broto se extiende mucho más allá del calendario original de la exposición inaugural para la que se concibió, un elemento que hace surgir cuestiones de gran complejidad sobre la naturaleza de su obra.
En mi opinión, el manual de especificaciones, los dibujos, los paneles extraídos y el contrato —los objetos que aparentemente encarnan los aspectos físicos de la obra— son tan solo elementos de atrezo y vestigios; dicho de otro modo: suplentes o sustitutos para la verdadera “obra” que se mantiene inmaterial. Dicho esto, ¿cuál es la verdadera “obra” de Luz Broto?
Desde su primera acción artística, titulada Ocupar la totalidad del espacio en un día no laborable, superando el aforo máximo cifrado por la Licencia Municipal de Funcionamiento (Bar La Piola, Madrid, 7 de enero de 2007), un happening de cinco minutos de duración concebido para comprobar de una forma extraoficial el aforo máximo permitido de un local público, Luz Broto ha realizado treinta y seis intervenciones, todas ellas concebidas especialmente para una ocasión o situación concreta. Sus títulos nos dan una pista, y obviamente enfatizan el modo en que la artista emplea guiones e instrucciones en un contexto o espacio determinado que a menudo suponen la implicación de terceros. Y cuando Broto involucra a mucha gente en un proceso colectivo para llevar a cabo su obra —en el caso de Exponer las columnas: el propietario de la galería que acepta el riesgo de que le cierren el espacio en el caso de que se presentase un inspector de seguridad; la persona o institución compradora que activa la obra; el abogado que redacta el contrato; los arquitectos, cuya intervención es afectada; los operarios que manipulan el cerramiento de las columnas— la obra (la investigación y el proceso) es efímera y sirve para provocar una experiencia que nos hace ser conscientes de una situación concreta. Sin embargo, en este caso la “obra” es “el acto de ver” en sí mismo.
La forma de trabajar de Broto suele implicar una gran cantidad de INPUT (aportaciones) y de movilizaciones que resultan en un OUTPUT (producción) mínimo, sobrio, una narrativa resultante. Es algo comparable al efecto mariposa, la idea de que pequeños cambios pueden tener efectos no lineales en un sistema complejo. O por usar las palabras del Dr. Ian Malcolm (interpretado por Jeff Goldblum en la película Parque Jurásico): “Una mariposa bate las alas en Pekín y en Nueva York llueve en lugar de hacer sol”.