Desde que Ariadna Guiteras es madre el algoritmo de IG le enseña juegos de construcción de cabañas para niñes. Inspirada en estos juegos, Dos garras que hacen un huevo parte de una estructura modular que se convierte, a veces en refugio, a veces en trampa.
Sobre esta estructura, que deviene casa y cuerpo a la vez, se encuentra un techo y unas paredes de tela que son un remiendo de prendas de ropa de segunda mano. Un frankenstein cosido siguiendo patrones tradicionales de patchwork (diversas variantes de la técnica log cabin) y que convierte a las prendas, que anteriormente han protegido el cuerpo en singular, en un abrigo colectivo hecho de retales, en el que coexisten la violencia del corte con el amor del remiendo.